Descubrí a William Herschel y a su frase en el interesantísimo libro de Timothy Ferris,  «La aventura del Universo» . Músico de cierto éxito, devino en astrónomo agudo y perspicaz y constructor de eficaces telescopios… siguiendo su curiosidad, alentando sus ganas y perseverando en lo que creía.

Fascinado por las nebulosas, fue capaz de revisar sus propios errores y corregir sus conclusiones dando un salto cualitativo en la observación del espacio profundo, todo esto sin perder el buen humor.

Me gustó esa imagen de las nebulosas resolviéndose a través del telescopio en estrellas, para aplicarla a las nebulosas personales.

Muchas veces una dificultad se vuelve terriblemente compleja, inasible, oscura, y nos aterra, inmoviliza, sacude…

No necesariamente tiene que ser un obstáculo, a veces es un desafío laboral, una entrega profesional, un evento que requiere exposición personal, un decisión a tomar, un plazo a cumplir, que gira interminablemente en el pensamiento, generando tensiones e impidiendo un accionar claro.

Aunque sea confusa y compleja,  es posible aplicar otra perspectiva a la situación, mirarla  en un nuevo esfuerzo de percepción, conseguir ayuda  para analizarla….

Observarla a través de los ojos de un amigo, compararla con situaciones parecidas que se han solucionado antes, quizás permita dividirla en aspectos mas luminosos y alcanzables. Así, podemos pensar que todo desafío que se nos presenta apela a fortalezas que tenemos. Los tiempos límite son banderitas levantadas en un camino seguro, planificado. Exponerse implica reconocer la oferta que uno es para los demás.

No todos los problemas pueden resolverse en estrellas, pero incorporar la técnica del telescopio habilitará nuevas percepciones, nuevas acciones, saltos cualitativos…

¡Hasta pronto!
Andrea

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